El síndrome de las piernas inquietas, es un trastorno neurológico que se manifiesta a través de una necesidad imperiosa de mover las piernas, especialmente durante los momentos de reposo, como al acostarse. Esta condición puede ser particularmente frecuente en personas mayores, y su aparición suele ir acompañada de sensaciones incómodas como hormigueo, cosquilleo y picazón en las extremidades inferiores. Estos síntomas interfieren con la capacidad de dormir, lo que afecta tanto el descanso como la calidad de vida del paciente, causando fatiga y somnolencia diurna.
Este síndrome se asocia a desequilibrios en la dopamina, un neurotransmisor esencial para el control de los movimientos, y puede verse exacerbado por factores como la deficiencia de hierro, el uso de ciertos medicamentos y enfermedades subyacentes como la insuficiencia renal o la diabetes. Para ayudar a las personas mayores a controlar este síndrome, los especialistas recomiendan prácticas como mantener una rutina de sueño, reducir el consumo de estimulantes y realizar ejercicio físico moderado para aliviar las molestias.
¿En qué consiste el síndrome de las piernas inquietas?
El síndrome de las piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, se trata de un trastorno neurológico que puede aparecer a cualquier edad, pero que generalmente empeora con los años, por lo que es frecuente en ancianos. Se caracteriza por una necesidad incontrolable de mover las piernas por una sensación de incomodidad que, sobre todo, se da en reposo y a última hora del día, cuando se está sentado o acostado, pudiendo derivar en dificultades para dormir.
Este trastorno aparece de forma severa en un 2-3% de la población y afecta tanto a hombres como a mujeres. En España, 4 millones de personas tienen el síndrome de piernas inquietas, según la Sociedad Española de Neurología y la Sociedad Española del Sueño. Asimismo, se trata de una enfermedad crónica que se atribuye sobre todo al factor genético. No obstante, hay otras situaciones médicas que también pueden interferir en la aparición de la enfermedad, como por ejemplo la anemia, la insuficiencia renal, la polineuropatía o diversos fármacos.
Tipos de síndrome de piernas inquietas
Para saber cómo calmar el síndrome de las piernas inquietas y determinar su tratamiento hay que discernir entre los diferentes tipos:
- De origen primario: se asocia a factores genéticos.
- De origen secundario: surge como resultado de otra afección. Afecta de forma principal a las personas con anemia o con bajo nivel de hierro en sangre. Además, este también aparece con otras patologías crónicas como la neuropatía periférica, la diabetes, la insuficiencia renal o la artritis reumatoide.
- De origen idiopático: cuando se desconocen las causas al no tener antecedentes familiares, ni patologías vinculadas con esta enfermedad.
Síntomas de piernas inquietas
Partiendo de qué es el síndrome de las piernas inquietas, los síntomas suelen ser:
- Sensación desagradable en las extremidades inferiores con: cosquilleo, hormigueo, picazón, etc.
- Movimiento involuntario de las piernas
- Dificultad para conciliar el sueño
Sin embargo, es frecuente que la intensidad de los síntomas varíen e incluso pueden darse episodios en los que desaparezcan por periodos de tiempo y luego vuelvan a aparecer. Los especialistas afirman que la sintomatología suele aumentar con el paso del tiempo si no se trata adecuadamente afectando en primer lugar al sueño.
Cómo dormir con el síndrome de piernas inquietas
Con estos síntomas, surge la cuestión de cómo dormir con síndrome de piernas inquietas, ya que, en muchos casos, desemboca en trastornos del sueño en las personas mayores. De hecho, tal y como señalan desde la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas, alrededor del 80% de las personas con esta patología realiza movimientos de piernas durante la noche con una frecuencia de 20 a 30 segundos.
Es importante contar con un equipo de especialistas, ya que estas alteraciones en el sueño pueden causar fatiga y somnolencia, repercutiendo en la calidad de vida y el bienestar de la persona mayor.
En este sentido, los cambios en el estilo de vida contribuyen a mejorar el día a día de los que padecen esta dolencia. Algunas recomendaciones son:
- Reducir estimulantes durante el día: evitar cafeína, teína, alcohol o tabaco, especialmente, de 4 a 6 horas antes de acostarse.
- Pasar tiempo al aire libre: sobre todo en las últimas horas de la tarde por todos los beneficios que aporta la vitamina D del sol.
- Día a día moderadamente activo: sus síntomas suelen darse en reposo, por lo que fortalecer los músculos con programas de envejecimiento activo en residencias de mayores puede marcar la diferencia y aumentar el bienestar.
- Realizar ejercicio físico suave: la evidencia empírica corrobora que la actividad física a últimas horas de la tarde favorece la disminución de las molestias.
- Evitar cenas copiosas y mantenerse hidratado, pero no en exceso para evitar las recurrentes ganas de orinar durante la noche.
- Rutina e higiene del sueño: mantener horarios regulares para ir a dormir y evitar estímulos antes de acostarse y mientras se intenta conciliar el sueño.
- Actividades relajantes y meditación: ejercicios de respiración, yoga, meditaciones guiadas o incluso un baño de agua tibia pueden ayudar a dormir.
¿Por qué no puedo dejar de mover las piernas?
Aunque no se ha identificado un factor claro de a qué se debe el síndrome de piernas inquietas, hay evidencias que relacionan esta afección con un desequilibrio de la dopamina, sustancia presente en el sistema nervioso y encargada de controlar el movimiento corporal y muscular.
La dopamina necesita hierro para desarrollar sus funciones correctamente, es decir, ambos están relacionados, ya que el hierro actúa como cofactor de la tirosina-hidroxilasa, que es la enzima limitante de la síntesis de la dopamina. Esta enzima es menos activa en las últimas horas del día y su funcionamiento se altera más si hay déficit de hierro. Así pues, la carencia de hierro supone que haya menor expresión de los receptores de dopamina, derivando en esta disfunción del sistema nervioso central conocida como SPI.
En esta línea, otros de los factores que predisponen a la persona a desarrollar la patología también pueden ser genéticos o puede estar vinculado con otras afecciones como la enfermedad renal crónica, la diabetes, la ya comentada deficiencia de hierro y ácido fólico, la falta de magnesio, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, la neuropatía periférica, etc. Además, fármacos como los sedantes o la cafeína también pueden inducir el movimiento constante de las piernas.
Cómo afecta el síndrome de las piernas inquietas en personas mayores
El dolor crónico en personas mayores es frecuente y el síndrome de las piernas inquietas puede provocarlo. De hecho, la Sociedad Española de Neurología y la Sociedad Española de Sueño avalan que “muchos estudios poblacionales muestran una asociación entre procesos dolorosos crónicos y el SPI”, aunque suele variar en función del tipo de los tres síndromes que padezca el paciente, su genética y sus enfermedades asociadas.
Este dolor, sumado a los demás síntomas en las extremidades inferiores, suele desencadenar problemas para dormir y que el descanso no sea de calidad o sea insuficiente, lo que produce problemas no solo físicos como la fatiga y la somnolencia, sino también problemas emocionales o psicológicos que, al fin y al cabo, merman el bienestar y la calidad de vida del anciano.
Impacto del síndrome de las piernas inquietas en la calidad de vida de las personas mayores
Las personas mayores son particularmente vulnerables a los efectos del SPI debido a varios factores:
- Mayor prevalencia: La prevalencia del SPI aumenta con la edad, lo que significa que un mayor número de personas mayores se ven afectadas por esta condición.
- Mayor fragilidad: Las personas mayores suelen tener otras condiciones de salud coexistentes que pueden agravar los síntomas del SPI y limitar las opciones de tratamiento.
- Mayor impacto en la calidad de vida: Las consecuencias del SPI pueden ser especialmente devastadoras para las personas mayores, quienes valoran mucho un sueño reparador y una buena calidad de vida.
Tratamiento y manejo del SPI en personas mayores
El tratamiento del SPI en personas mayores debe ser individualizado y puede incluir:
- Cambios en el estilo de vida: Adoptar hábitos de sueño saludables, realizar ejercicio regularmente, evitar la cafeína y el alcohol antes de acostarse, y mantener una dieta equilibrada.
- Medicamentos: Los medicamentos dopaminérgicos son el tratamiento de primera línea para el SPI, pero su uso en personas mayores debe ser cuidadoso debido a los posibles efectos secundarios.
- Suplementos: Los suplementos de hierro pueden ser beneficiosos en casos de deficiencia de hierro.
- Terapias complementarias: La acupuntura, el masaje y la relajación pueden ayudar a aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
Así combatimos el Síndrome de piernas inquietas en las residencias Amavir
En las residencias Amavir el equipo especializado y multidisciplinar trabaja, por un lado, para gestionar el dolor crónico de la enfermedad, tratando de reducir el impacto de la afección y aliviar los síntomas mediante el ejercicio y las actividades físicas suaves y, por otro lado, para garantizar el bienestar psicológico y emocional del residente.
Asimismo, los servicios médicos de los centros presentan atención a cualquier indicativo de desarrollo del síndrome, ya que el rápido diagnóstico neurológico permite iniciar lo antes posible el tratamiento personalizado y, por tanto, paliar sus síntomas y garantizar el bienestar y la calidad de vida del residente.