En Amavir siempre hemos tenido muy presente el sentimiento de solidaridad. Ayudar a los que más lo necesitan sin esperar nada a cambio, pero sin duda, recibiendo mucho. Siempre que esté en nuestra mano contribuiremos con nuestro granito de arena a la sociedad aportando nuestra ayuda a la causa que más lo necesite.
La solidaridad se basa en el respeto y la empatía y en este sentido, el voluntariado es una de las actividades que mejor recoge estos sentimientos. Trabajadores de grandes empresas dedican parte de su tiempo a participar en actividades de animación y de acompañamiento con los mayores de nuestras residencias. De este modo, conseguimos potenciar valores como la implicación, la sensibilidad y la responsabilidad en la sociedad.
Existen diferentes maneras de mostrar la solidaridad en el día a día. “Ningún mayor sin regalo” es un proyecto organizado por la Asociación Benéfica Geriátrica (ABG) y con el que se pretende paliar la soledad de las personas mayores hospitalizadas en Navidad y compartir con ellas la ilusión de recibir un regalo. Los impulsores de esta iniciativa buscan llevar a las personas mayores hospitalizadas villancicos, abrazos, charlas, cariño e ilusión. Otro ejemplo es la “Gran Recogida” del Banco de Alimentos en los que residentes, familiares y trabajadores dan muestra de su solidaridad con las personas más necesitadas. Este año hemos recogido entre todas las residencias cerca de 2000 kilos de alimentos.
Aprender el valor de la solidaridad desde la infancia
Las personas adultas son muchas veces el modelo a seguir para los más pequeños, por ello, en los campamentos intergeneracionales realizados por Amavir en las vacaciones escolares en las distintas residencias del país tienen la oportunidad de conocer de cerca a nuestros mayores. Las relaciones intergeneracionales tienen como uno de sus pilares fundamentales generar la capacidad empática de todos aquellos que participen en ella, creando la ocasión perfecta para transmitir valores básicos y tan necesarios para vivir en una sociedad basada en el respeto y en la convivencia sana. Además, consiguen enriquecer su mundo con nuevas ideas y puntos de vista.
Resulta gratificante el sentimiento de solidaridad que se vive en los centros. Residentes, voluntarios, familiares y trabajadores ponen su tiempo, esfuerzo y cariño en participar en todas estas actividades que fomentan la unión y el aprendizaje. Un aprendizaje basado en las relaciones intergeneracionales, en la admiración y el respeto hacia lo que las personas que participan en estos proyectos pueden enseñar gracias a su experiencia.