Esfuerzo, compromiso y empatía son tres palabras que definen a la perfección el trabajo de los profesionales de las residencias de Amavir. Los protagonistas de los vídeos de #EsTiempoDeUnión de esta semana así lo corroboran.
“Siempre hemos tenido comunicación con el centro”
Agradecida es la palabra que más emplea Nieves Camps, familiar de residente en Amavir Horta (Barcelona), para describir el trato de todos los trabajadores de la residencia donde se encuentra su madre. “Jamás nos hemos sentido desatendidos por la residencia y jamás hemos recibido un no por respuesta. Siempre hemos tenido comunicación con el centro y es lo que más agradecemos”.
“Vivimos muy rápido”
Para Ana Díaz, coordinadora de auxiliares en Amavir Alcorcón, siempre hay aspectos positivos dentro de los malos momentos. “Creo que vivimos muy rápido. Hay que darle valor a los pequeños detalles que a veces no prestamos atención. Los abrazos, los besos… Son esas pequeñas cosas que hay que darle el valor que se merecen porque de un día para otro cambian”.
“Tenía que dar lo mejor de mí”
Llegar a casa y no poder desconectar ha sido uno de las cosas más duras que ha vivido Silvia Lozano, psicóloga de Amavir Nuestra Casa (Collado Villalba, Madrid). “Estás en casa y te sientes impotente porque pensaba que tenía que estar en el centro dando lo mejor de mí”.
Intentar cambiar el chip fue la clave para ella. “Al final esa carga intentas canalizarla de otra forma para que sirva a los demás. Si tú estás mal, no puedes dar algo bueno al resto; por ello, hay que hacer click y tratar de sacar lo mejor de ti”.
“Mi idea era ayudar”
La idea de ayudar a la gente fue lo que animó a Francisco Ocaña, bombero especialista en Coslada, a arrimar el hombro e intentar transportar el material sociosanitario que estaban elaborando un grupo de voluntarios.
“Empezamos a repartir el material que elaboraban en su casa estos voluntarios, que muchas veces sacrificaban su tiempo de sueño y comida para poder producir muchas batas y mascarillas para que nuestros sanitarios pudieran estar protegidos frente al coronavirus”.
“La impotencia de estar enferma en casa”
A María Teresa López, supervisora en Amavir La Marina (San Sebastián de los Reyes, Madrid), le encanta su trabajo y la residencia es como su casa. Durante el tiempo que le tocó quedarse de baja, preocupada por no poder ayudar, Teresa dice que ha sentido “mucha impotencia y muchísimo dolor”. “Nos hemos tenido que reinventar y hemos trabajado en equipo más que nunca”.
“Los asumí como mis propios familiares”
Julián Henao, auxiliar de enfermería en Amavir La Marina (San Sebastián de los Reyes (Madrid), se emociona al recordar todos los momentos vividos. “Se hizo todo lo humanamente posible por sacar a todos los residentes adelante, porque estuvieran bien”. La atención a los mayores fue la máxima ya que “sabíamos que los familiares no los podían ver, entonces nosotros nos volvimos parte de ellos. Yo los asumí como mis propios familiares. Así los cuidamos”.
“Durante el confinamiento, cualquier cambio nos parecía el no va más”
La tranquilidad con la que habla Josep Sabaté, residente en Amavir Horta (Barcelona), es admirable. Él decidió tomárselo con filosofía. “El hecho de que nos confinaran yo creo que era necesario. Intenté tomarlo con cierta tranquilidad y concienciado de que tenía que ser así, yo creo que se me hizo más leve”.
Tras estar tres meses confinados, los residentes por fin pudieron ir saliendo poco a poco a las zonas comunes; sin embargo, a los pocos días, su prueba dio positivo por lo que tuvo que aislarse de nuevo. “Me lo tomé con calma porque tengo que reconocer que el personal se ha portado muy bien. Es admirable el hecho de que todos los trabajadores sabiendo a lo que se exponían querían ayudar a los demás”.