2021 ha llegado con fuerza. Si parecía que 2020 iba a ser difícil de superar en cuanto a situaciones de emergencia, a los pocos días de comenzar el año, una borrasca llamada Filomena pasó por España y en especial por Madrid, dejando una nevada histórica en la capital. Un hecho casi sin precedentes que hizo que la ciudad se tiñese de blanco y viésemos imágenes para la posteridad.
La ilusión de ver los primeros copos de nieve se tornó en sorpresa e inquietud por la magnitud de la nevada que provocó grandes dificultades al impedir la movilidad por carreteras y calles y, por tanto, complicando tanto la salida como la llegada a su puesto de trabajo de muchos profesionales, incluidos los trabajadores de nuestros centros Amavir.
Gran esfuerzo de los trabajadores
Como siempre ocurre con este fenómeno, al principio se recibió la nieve con alegría, pero conforme iba aumentando la cantidad, creció la preocupación. “Han sido 3 días muy complicados para nosotros, principalmente el sábado. Las compañeras del turno de noche se quedaron para ayudar al turno de mañana mientras iban llegando las compañeras del siguiente turno. Incluso, la noche del sábado al domingo, hubo compañeros que se quedaron a dormir en el centro para asegurar que al día siguiente el servicio estuviera cubierto para atender a los residentes”, cuenta Alfredo Lobato, director de Amavir Getafe.
Nuestros mayores, como ocurrió en el confinamiento, han entendido esta situación a la perfección y se han adaptado a las circunstancias. “Lo han vivido muy bien y las familias también han sido muy colaboradoras”, relata Ana Belén Nicolás, directora de Amavir Pozuelo. “Han estado felices ya que hacía mucho tiempo que no veían nevar así”, apunta Nuria Lucas, directora de Amavir Valdebernardo.
Implicación de todos los trabajadores
Como ya ocurrió durante la primera ola de la pandemia, los trabajadores se han volcado con los residentes para que estuviesen bien. “Muchos se quedaron a dormir, incluido el cocinero, para que no faltase de nada”, cuenta Nuria. Para Alfredo todas son unas súper trabajadoras: “Algunas han caminado varios kilómetros a través de la nieve para llegar, al no haber transporte desde sus casas”.
Sin problemas de abastecimiento y colaboración vecinal
En Amavir Pozuelo, Ana Belén señala que no tuvieron problemas de stock de alimentos. “Tenemos previsto un menú de contingencia. Tampoco ha habido problemas de luz o calefacción”. En Amavir Valdebernardo el miedo eran los posibles traslados en ambulancia por encontrarse el acceso al centro en muy malas condiciones a causa de la gran nevada pero, “gracias a los trabajadores y el apoyo de vecinos y la Fundación Juan XIII, hemos podido quitar con picos y palas el hielo y la nieve de la calle permitiendo así que, en caso de necesidad, cualquier emergencia pudiera ser atendida con las máximas garantías”, señala la directora.
Vuelta a la normalidad poco a poco
“El ayuntamiento de Getafe nos abrió el acceso a la residencia ya que había zonas de más de 1 metro de nieve. Seguimos trabajando para restablecer la normalidad del centro, seguimos retirando nieve de los coches atrapados en el aparcamiento” comenta el director de Amavir Getafe.
En Pozuelo, hicieron llamadas desde el mismo sábado para ver si podían despejar la nieve “pero hasta el lunes fue imposible. Toda la calle estaba bloqueada. Eso sí, nos dijeron que si teníamos alguna urgencia, los equipos de protección civil sí podrían atendernos”.
Grandes dosis de responsabilidad y solidaridad
Una vez más, las dificultades sobrevenidas como consecuencia de las nevadas registradas han servido para confirmar el compromiso de nuestros trabajadores en el cuidado y bienestar de las personas mayores. Por eso, a través de estas líneas, nuestro máximo agradecimiento hacia su labor y su trabajo diario demostrando que no solo son grandes profesionales, sino también grandes personas. Porque es tiempo de unión y juntos, somos más fuertes.