El 29 de octubre se celebró el Día Mundial del Ictus. Se trata de una enfermedad cerebro vascular que afecta a los vasos sanguíneos que suministran la sangre al cerebro, impidiendo el correcto riego sanguíneo y produciendo un daño neuronal. También se le conoce como Accidente Cerebro Vascular (ACV) y se produce cuando un vaso sanguíneo se rompe o es taponado por un coágulo o por otra partícula. Debido a esta ruptura o bloqueo, parte del cerebro no recibe el flujo de oxígeno y nutrientes que necesita, provocando que las células nerviosas puedan lesionarse, dejar de funcionar e incluso morir transcurridos unos minutos.
El ictus supone la segunda causa de muerte en España y la primera en mujeres. También es la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda causa de demencia. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre 110.000 y 120.000 personas en nuestro país sufren ictus cada año, de los cuales un 50% se quedan con secuelas que les causan discapacidad o la muerte.
Entre los factores que aumentan las posibilidades de padecerlo se encuentran la edad (a partir de los 55 años cada década aumenta las posibilidades de sufrirlo), el sexo (la mortalidad es mayor en las mujeres) o el historial clínico familiar (aumentan las posibilidades cuando un familiar lo ha sufrido). Sin embargo, hay otros agentes que, siendo tratados o modificados pueden disminuir o prevenir el riesgo de padecerlo:
- Hipertensión arterial
- Enfermedades cardiacas
- Diabetes mellitus
- Colesterol alto
- Consumo de alcohol, tabaco o drogas
- Sedentarismo
- Obesidad
Existen dos tipos de ictus:
Ictus isquémico: representa el 80-85% de los casos de ictus y se produce cuando un vaso sanguíneo queda obstruido e impide que el oxígeno y los nutrientes lleguen a una zona del cerebro, provocando lesiones en las células nerviosas. La obstrucción se puede dar a causa de un coágulo, un trombo o a la presencia de un tumor que comprima la arteria.
Ictus hemorrágico: representa el 10-15% de los casos de ictus y se produce cuando un vaso sanguíneo se rompe dentro del cerebro (intracerebral) o en la superficie de este (cerca de las meninges), provocando una hemorragia.
El ictus muestra una serie de síntomas muy característicos:
- Pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo, sobre todo en la cara y brazos y piernas del mismo lado.
- Pérdida de sensibilidad u hormigueos en la mitad del cuerpo.
- Alteración del lenguaje, con dificultades para hablar o comprender.
- Alteración súbita de la visión: pérdida de visión por un ojo, visión doble o incapacidad de apreciar objetos en algún lado del campo visual.
- Pérdida de coordinación o equilibro y dificultad para caminar.
- Dolor de cabeza muy intenso y diferente a los habituales.
- Debilidad o pérdida de conciencia.
- Confusión y mareos.
Las secuelas que queden tras sufrir un ictus dependerán de la rapidez con la que se haya actuado, la zona del cerebro afectada y la edad del enfermo. Las más graves son la discapacidad, la parálisis, los trastornos del habla y los déficits cognitivos.
La Sociedad Española de Neurología recomienda una serie de pautas para evitar sufrir un ictus:
- Llevar una dieta equilibrada y saludable, es fundamental mantener un aporte adecuada de vitaminas y calcio para que los mayores tengan un buen equilibrio.
- Tener en cuenta la importancia del deporte en personas mayores, ya que debe ser forma habitual y moderada.
- No fumar.
- Moderar el consumo de alcohol.
- Llevar de forma regular un control de la tensión arterial.
En Amavir contamos con residentes que sufren las secuelas derivadas de padecer un ictus. Nuestras estancias temporales en residencias para mayores cuentan con un equipo de profesionales que les brindan los cuidados y atenciones que mejor se adapten a su situación, fomentando todas aquellas actividades que ayuden en una mejora de vida de este tipo de pacientes.