La anemia es una alteración común entre personas de avanzada edad. Aproximadamente, el 13% de los individuos mayores de 70 años tienen anemia. En múltiples ocasiones, su presencia se considera inocua y parte habitual del proceso de envejecimiento, pero la anemia no debe carecer de importancia bajo ninguna circunstancia.
En las personas mayores, la anemia puede estar producida por múltiples factores. Uno de ellos es el habitual uso de fármacos en la tercera edad, lo que induce a la aparición de esta patología.
La anemia puede estar asociada a enfermedades crónicas como la artritis reumatoide, insuficiencia renal y urinaria, enfermedades hepáticas…Este tipo de anemia apenas produce síntomas y lo más recomendable es focalizar el tratamiento sobre la enfermedad que la produce para que se revierta.
El segundo tipo de anemia más frecuente se percibe claramente a través de una analítica de sangre, en la que se muestran unos niveles de hierro muy bajos. En las personas mayores existen determinados fármacos que pueden impedir la correcta absorción del hierro y enfermedades tales como gastritis, úlcera o cáncer de colon que pueden producir pérdida de sangre a través de las heces y, por tanto, una anemia ferropénica.
La anemia en el adulto mayor puede producir deterioro de la función cognitiva, deterioro físico en pacientes con insuficiencia cardiaca, cansancio extremo y somnolencia. Su tratamiento en este grupo de personas suele ser delicado, debido a la interacción de los fármacos con la enfermedad. Una buena alimentación es un gran refuerzo a la solución, gracias a la ingesta de verduras de hojas verdes, fruta, pescado, legumbres, y un equilibrio de nutrientes adecuado.