La forma en que nos comunicamos dice mucho de nosotros. Cada persona tiene su propia manera de hablar, de expresarse… es una cualidad inherente del ser humano. Sin embargo, hay que tener constancia de que, aunque al hablar no nos demos cuenta de cómo lo hacemos porque es algo que nos sale solo, esa forma de comunicarnos puede tener repercusión en las personas con las que hablamos.
Por ejemplo, no hablamos de igual manera con un niño que con un adulto. Con los pequeños tenemos más cuidado con las cosas que decimos y la manera en la que las decimos. Pues lo mismo pasa con nuestros mayores. Aunque ellos son adultos y es importante que no los tratemos como niños, porque no lo son, también necesitan que se les hable de una manera agradable, cariñosa y siempre desde el respeto.
Las personas mayores son las que más experiencias han vivido y muchas de ellas han sido duras. Además, con los años van teniendo más dolores y problemas de salud, y muchos de ellos se enfrentan también a la soledad. Por ello, nuestro deber es intentar evitar su sufrimiento y hacer que se sientan lo mejor posible en esta etapa de su vida.
Una de las formas en las que podemos evitar ese sufrimiento es cuidar la forma en la que nos comunicamos con ellos. Es muy importante que evitemos el tono y las palabras negativas, y siempre debemos lanzarles un mensaje positivo de ánimo. Según ha señalado Juan Pedro Arbizu, psicólogo clínico responsable del Área de Psicología del Hospital San Juan de Dios de Pamplona, coordinador de paliativos del HSJD de la provincia de Aragón y precursor del programa ARIMA para pacientes con enfermedades avanzadas, durante la Jornada de “Estrategias de comunicación ante el sufrimiento” que Grupo Amavir ha celebrado en Navarra, frases como “no te preocupes”, “anímate” o “estás estupendo” pueden ayudar a mejorar su autoestima y, por lo tanto, hacer que se sientan mejor.
Cuando una persona sufre y se lo guarda para sí misma, parece que ese sufrimiento se hace cada vez más grande. Sin embargo, cuando se comparte, se produce una sensación de desahogo. Por eso, debemos tener compresión con nuestros mayores, dejar que se liberen con nosotros y darles una respuesta empática. Hacerles ver que entendemos su sufrimiento, compartirlo y darles ánimos para atravesarlo, es nuestra labor.
Por ello, tener paciencia es imprescindible a la hora de lidiar con el dolor de nuestros mayores. Es importante escucharles, demostrarles que nos importan, que no están solos y pueden contar con nosotros. Pequeños gestos que no cuestan nada por nuestra parte pueden suponer grandes avances para ellos.