La degeneración macular es una de las causas más comunes de pérdida de la visión junto con la catarata, el glaucoma y la retinopatía diabética. Algunos estudios realizados en residencias de mayores con residentes de baja visión han relacionado la pérdida de visión con dificultad para realizar acciones diarias como trasladarse de un lugar a otro, lectura, aseo corporal y vestimenta, etc. De este modo, la pérdida de visión puede constituir una de las causas de dependencia de las personas mayores.
En este artículo, nos centraremos en la degeneración macular asociada a la edad, sus principales síntomas, los factores de riesgo y posibles tratamientos para tener en cuenta en la prevención y convivencia con esta enfermedad. ¿Nos acompañas? ¡Comenzamos!
¿Qué es la degeneración macular asociada a la edad?
La degeneración macular representa, entre otros, uno de los problemas de visión más comunes en personas mayores. Se trata de un trastorno ocular que destruye lenta y gradualmente la visión central y aguda, dificultando la visualización de detalles en las imágenes. La visión central es aquella que nos permite ver con claridad y hacer tareas diarias como leer y conducir.
Definición y causas
Esta afección suele ser más común en personas de edad superior a 60 años, por ello se la puede reconocer como degeneración macular asociada a la edad (DMAE o AMD, por sus siglas en inglés).
Esta patología multifactorial se caracteriza por la aparición de una o varias alteraciones progresivas que afectan a la retina en la zona denominada mácula, de ahí su acepción. La mácula es la zona de la retina donde existe mayor capacidad de discriminación visual, la que permite obtener imágenes con mayor nitidez y tener visión en detalle.
Según un estudio de la Sociedad Española de Retina y Vítreo, se considera la principal causa de ceguera en occidente en personas mayores de 55 años, y aumenta progresivamente en grupos de mayor edad.
La prevalencia de la pérdida de la visión para personas entre 60 y 85 años se sitúa entre el 0,2 % y el 5,4 %, pero en adultos mayores de 85 años el índice se incrementa hasta el intervalo del 12-30 %. En este sentido, es importante tener en cuenta que el envejecimiento progresivo de la población hace previsible que la prevalencia y la carga de la enfermedad aumenten en todo el mundo.
Además, se calcula que en España hay unas 700.000 personas con DMAE, afectando por grupos de edad al 15 % de las personas entre 65 y 74 años; a un 25 % a los grupos de entre 75 y 84 años; y a un 30 % en los casos de mayores de 85 años.
En cuanto al origen, la degeneración macular (DME) se debe al daño en los vasos sanguíneos que irrigan la mácula. Este daño también afecta directamente a la mácula, aunque no se sabe con certeza por qué ocurre.
Tipos de degeneración macular: seca y húmeda
Principalmente se diferencian dos formas fundamentales en las que se presenta la degeneración macular relacionada con la edad: la forma húmeda, también llamada exudativa o neovascular, y la forma seca o atrófica.
- La degeneración macular neovascular, exudativa o húmeda produce una pérdida de visión central muy rápida. Es considerada como una de las formas más avanzadas y severas de la patología, caracterizada por la neovascularización coroidea, una complicación común de la miopía patológica. Se produce cuando crecen vasos sanguíneos anormales detrás de la retina, muy frágiles, que empiezan a gotear sangre y líquido, produciendo un levantamiento de la mácula que conlleva la pérdida irreversible de la visión.
- La degeneración macular seca o atrófica es la forma más común, representando 9 de cada 10 casos diagnosticados. No es tan severa como la húmeda: provoca una pérdida de visión de forma más gradual. Este tipo de degeneración macular sucede poco a poco, cuando la visión central se nubla gradualmente en el ojo afectado.
Síntomas de la degeneración macular
Actualmente, la degeneración macular se clasifica en tres estadios según la gravedad que presente: precoz, intermedia o avanzada.
Así, parece frecuente que, en los primeros estadios de la enfermedad, si solo afecta a un ojo, sea muy difícil poder detectar los síntomas, ya que el paciente no nota nada y no sospechará, salvo que solicite una revisión rutinaria donde se le detecte un descenso de la agudeza visual.
Por ello, cuando el paciente percibe algunos síntomas, se debe a que la patología se encuentra en una fase bastante avanzada y se ha afectado también el otro ojo. En este punto, los síntomas más frecuentes son:
Pérdida de visión central
La disminución de la agudeza visual central será progresiva en función del tipo de DMAE de que se trate (progresiva o neovascular), pero no presenta mejora con corrección óptica de la persona.
Distorsiones visuales
Otro de los síntomas más frecuentes de la degeneración macular en personas mayores es la disminución de la visión en color y de la sensibilidad al contraste.
Además, puede darse el fenómeno conocido como metamorfopsia: percepción alterada de los objetos del campo visual, viendo las líneas rectas como onduladas o distorsionadas. Puede tratarse de una micropsia si disminuye el tamaño de la imagen, o macropsia si este tamaño aumenta.
La metamorfopsia, uno de los síntomas clave para la evaluación del paciente, se puede cuantificar utilizando métodos sencillos como la rejilla de Amsler, un patrón compuesto por una rejilla o cuadrícula de líneas verticales y horizontales con un punto en el centro que ayuda a monitorizar el campo visual central que corresponde a la zona de visión macular.
Ecotomas
En la identificación de los síntomas de la DMAE también es imprescindible tener en cuenta la detección de escotomas o puntos ciegos, caracterizados por una mancha fija en la visión central.
Factores de riesgo
En cuanto a los principales factores de riesgo de la degeneración macular, podemos destacar los siguientes:
- Antecedentes familiares de la enfermedad. Si en la familia ha habido casos anteriores de degeneración macular, el riesgo de padecer la enfermedad es mayor.
- Genética: en el diagnóstico de la degeneración macular se han encontrado diferencias en la pigmentación y aspectos genéticos, siendo los caucásicos más propensos a desarrollarla, según un informe de la Vocalía Nacional de Óptica Oftálmica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos de España. Incluso el color de los ojos puede influir, siendo más propensas las personas con ojos claros, al ofrecer menor protección solar contra los efectos nocivos de la luz ultravioleta.
- Género: también se ha descrito una mayor incidencia en mujeres, que podría estar relacionada con la esperanza de vida.
- Hábitos de vida: el tabaquismo, la exposición solar prolongada, la inactividad, las dietas elevadas en grasas, colesterol y bajas en antioxidantes, y la obesidad pueden ser hábitos de vida que hagan a las personas mayores ser más propensas a desarrollar la DMAE.
Diagnóstico
Para saber cómo podemos diagnosticar un caso de degeneración macular asociada a la edad es preceptiva la exploración médica del ojo en consulta del especialista mediante oftalmoscopia (enfocar una luz en la parte posterior del ojo a través de una lente de aumento), realizando así un examen oftalmológico completo en la medida de lo posible. También es recomendable, como pruebas complementarias, la tomografía de coherencia óptica; mientras que la angiografía con fluoresceína se considera opcional y solo se realizará ante la sospecha de membrana neovascular.
Tratamientos
Tratamientos médicos
El tratamiento de la degeneración macular en su forma húmeda se realiza, fundamentalmente, con la inyección intraocular de fármacos antiangiogénicos. En este sentido, la OCT (la tomografía de coherencia óptica) constituye una herramienta fundamental para decidir con exactitud la necesidad de retratar las lesiones, evitando inyecciones innecesarias.
En la forma seca, en la actualidad, no existe tratamiento, salvo la recomendación de realizar una dieta rica en omega 3 y vitaminas específicas para la retina (luteína y zeaxantina), o bien, la ingesta de suplementos vitamínicos para tal fin.
Otros tratamientos para casos complejos estarían basados en el tratamiento con distintos tipos de láser de manera aislada o en combinación con la terapia antiangiogénica (terapia fotodinámina, láser argón o termoterapia transpupilar).
Terapias complementarias
Otro tipo de prácticas que pueden ayudar a convivir con esta afección pueden ser complementos dietéticos y vitamínicos con los que es posible reducir el riesgo de sufrir degeneración macular asociada a la edad avanzada, entre los que destacan zinc, cobre, vitamina C, vitamina E, luteína más zeaxantina (para personas que han fumado en el pasado o que fuman actualmente, betacaroteno o vitamina A (para las personas que no fuman y no han fumado).
Igualmente, es relevante controlar los factores de riesgo de ateroesclerosis (como la hipertensión arterial) y comer regularmente más alimentos que contengan ácidos grasos omega-3, así como comer más verduras de hoja de color verde oscuro, que contribuye a ralentizar el progreso de la degeneración macular asociada a la edad.
Conclusiones finales
Teniendo en cuenta todos los elementos analizados, los factores de riesgo y la incidencia en la población en el contexto actual, resulta crucial invertir en la prevención y la concienciación sobre la DMAE. Fomentar hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada y la protección ocular contra los rayos UV, puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Además, es importante promover la detección temprana de la DMAE a través de revisiones oftalmológicas periódicas, especialmente en personas mayores de 50 años. Un diagnóstico temprano puede permitir un tratamiento más eficaz y mejorar el pronóstico de la enfermedad.
La degeneración macular asociada a la edad es un problema de salud pública que requiere una respuesta integral. A medida que la población envejece, es fundamental invertir en investigación, prevención, diagnóstico temprano y tratamiento para garantizar que las personas mayores puedan disfrutar de una buena calidad de vida y mantener su independencia.