Es habitual que los síntomas de la depresión se confundan con los rasgos del propio envejecimiento, pero la depresión en ancianos no es un estado que deba ser normal. Popularmente, se emplean “depresión” y “tristeza” como sinónimos, sin embargo, mientras que la tristeza es una emoción, la depresión es una enfermedad mental que tiene graves riesgos en las personas mayores en el caso de no ser atendidas de forma correcta por especialistas.
Con un tratamiento temprano, adecuado y personalizado, los pacientes pueden paliar su sintomatología, llegar a hacer su día a día con relativa normalidad e incluso pueden llegar a recuperarse en algunos casos.
La depresión en el adulto mayor: qué es y qué tipos hay
Tal y como apunta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es una de las afecciones más comunes en el adulto mayor y la define como “un trastorno mental frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.
Esta patología interfiere con la vida diaria y, a pesar de lo que comúnmente se piensa, la depresión no es una parte normal del envejecimiento. Las personas mayores con depresión precisan de una atención especializada, por ello es vital confiar en las residencias de ancianos ya que la sintomatología no es solo psicológica, sino que también se pueden presentar síntomas físicos como la falta de apetito.
La depresión se manifiesta de formas diferentes en las personas de edad avanzada. Para saber cómo combatir la depresión en adultos mayores, el primer paso es identificar qué tipo de depresión padece acudiendo a un experto. Los tipos más comunes son:
- Trastorno depresivo mayor: la depresión grave repercute en las actividades rutinarias de la persona. Desde descansar o concentrarse, hasta comer o disfrutar. Se trata de un nivel tan grave de enfermedad que puede incluso llegar a causar parálisis física o rechazo completo para alimentarse o hidratarse.
- Distimia: se trata de un nivel menor de gravedad, aunque continúa afectando al día a día de los que padecen el trastorno depresivo. Se caracteriza porque las personas mayores pierden la esperanza, la motivación y el interés en la mayoría de las actividades. Además, los pacientes suelen ser más pesimistas y tener la autoestima baja, lo cual les condiciona constantemente.
- Trastorno afectivo estacional: El trastorno afectivo estacional, suele aparecer en las estaciones de otoño o invierno y se atribuye a los cambios o la ausencia de luz. Suele derivar en que la persona experimente cansancio extremo y sueño constante.
- Trastorno bipolar: esta enfermedad se caracteriza por los cambios radicales de estados de ánimo, con altibajos emocionales que van desde la depresión (bajos), a la manía (altos). Todo ello, suele provocar hiperactividad, insomnio, susceptibilidad e irritabilidad.
- Ciclotimia: se trata de una variación constante de las emociones que suele pasar desapercibida porque se confunden sus síntomas con cambios del estado de ánimo normales en la tercera edad. La realidad es que la persona mayor se siente como en una montaña rusa en la que, dependiendo del día, la persona presenta episodios de euforia (alto) o de depresión (bajo).
Síntomas de depresión en personas mayores y sus causas
Los síntomas de la depresión en la tercera edad varían en función de la persona, pero los más comunes suelen ser:
- Sentimientos de tristeza, ansiedad, vacío, desesperanza, insatisfacción y negativismo
- Sentimiento de culpa, falta de autoestima, impotencia y frustración
- Hiperactividad, susceptibilidad y malhumor
- Trastornos de conducta y aislamiento social
- Pérdida de interés en las relaciones sociales y en las actividades cotidianas o con las que antes disfrutaba
- Problemas de concentración o para tomar decisiones
- Leves pérdidas de memoria
- Insomnio o problemas relacionados con la rutina del sueño como despertarse pronto o dormir en exceso. Puede llegar a derivar en delirios acentuados
- Pérdida de apetito y su respectiva pérdida de peso
- Ansiedad por la comida y su respectivo aumento de peso
- Cansancio excesivo y alteraciones del apetito o el peso corporal
- Dolores de cabeza, calambres musculares y problemas de espalda
- Hipocondría, es decir, obsesión por problemas de salud que no padece
- Reflexión recurrente sobre la muerte o incluso, intentos de suicidio
Existen múltiples causas de estos síntomas depresivos como: la pérdida de su vitalidad, el cambio de su ritmo de vida tras la jubilación, la disminución de sus funciones y capacidades, la merma económica, la pérdida de autonomía para llevar a cabo tareas cotidianas de autocuidado como la higiene personal o la alimentación y el sentimiento de inutilidad en el adulto mayor.
También puede desencadenarse por la pérdida de seres queridos como la muerte de gente de su edad o su pareja o el distanciamiento de sus hijos o nietos, ya que la presencia y el apoyo familiar es fundamental.
Asimismo, los problemas de salud son factores de riesgo para desarrollar depresión en los adultos. Entre ellos se encuentran la predisposición genética, la obesidad, los hábitos alimenticios y deportivos, la calidad del sueño, la soledad y el aislamiento, los medicamentos, el consumo de alcohol, drogas o tabaco, entre otros.
En este sentido, también relacionan las enfermedades crónicas, las patologías neurodegenerativas, la discapacidad o los trastornos psiquiátricos con la aparición de la depresión: los dolores crónicos, la hipertensión, los desórdenes tiroideos, la diabetes o las patologías cardiovasculares, el Parkinson, los accidentes cerebrovasculares (Ictus), cáncer, algunos tipos de demencia como el Alzheimer, la ansiedad generalizada, etc.
Consecuencias y efectos de la depresión en ancianos
Algunas de las consecuencias de no atender a tiempo la depresión en ancianos pueden ser ya no solo la disminución de energía, la dificultad de llevar a cabo sus actividades o de establecer una rutina saludable tanto física como mentalmente, sino que puede llegar a la disfunción social y familiar.
Asimismo, la depresión en adultos tiene una serie de efectos físicos que van más allá de la pérdida o el aumento de peso. Los tratamientos frente a otras afecciones como, por ejemplo, la enfermedad cardiovascular, suelen tomar más tiempo y resulta menos satisfactorio para aquellos ancianos que padecen depresión.
¿Cómo actuar ante la depresión en el adulto mayor?
En este sentido, surge la cuestión de cómo ayudar a un anciano con depresión. Una de las claves es que el diagnóstico y el inicio del tratamiento de la depresión sean tempranos para prevenir que se agraven las consecuencias emocionales y físicas de la enfermedad. A partir de aquí, es aconsejable contar con el apoyo diario de profesionales de la medicina y en psicogeriatría (psicólogos, psiquiatras, neurólogos, entre otros), sobre todo, para evitar posibles efectos secundarios en el caso de que haya automedicación.
Por ello, una de las ventajas de vivir en una residencia de personas mayores es que la atención sea integral, continuada y cualificada, con tratamientos personalizados que se complementen con la sociabilidad del día a día de la residencia.
Cómo actuar en general ante la depresión en personas mayores
En términos generales, el apoyo familiar es vital, pero en muchas ocasiones se desconoce cómo ayudar a personas mayores con depresión. Así pues, algunas de las recomendaciones generales de los expertos son:
- Descubrir cómo se está manifestando la depresión en el paciente
- Mostrar la disposición a ayudar y a apoyar al anciano con empatía y cariño
- Acompañarle durante todo el proceso hasta llegar a la ayuda profesional
- Reforzar la idea de que “no está solo” con imágenes de sus seres queridos
- Hacer escucha activa de sus necesidades y emociones sin invalidarlas
- Ayudar a la concienciación sobre que la depresión es una enfermedad
- Alejar bebidas alcohólicas, drogas, tabaco o estimulantes similares
- Practicar ejercicio físico adaptado a las capacidades de la persona mayor
- Establecer una rutina del sueño y unos hábitos alimenticios saludables
- Nutrir la mente y encontrar actividades diarias que hacer con ilusión. Marcar una meta que le motive y pueda lograr sintiendo satisfacción.
¿Qué hace Amavir para ponerle solución a la depresión en la tercera edad?
Desde Grupo Amavir se presta especial atención a la aparición de los primeros indicios de la depresión para poder aplicar un tratamiento integral lo antes posible. Los cuidadores son esenciales para la prevención ya que atienden diariamente a los residentes y, por tanto, tienen un importante papel en detectar la aparición de la enfermedad.
Ante los indicios de cualquier síntoma que apunte a la patología, se procede a la evaluación médica, psiquiátrica y psicológica en el centro, dando además terapias para adultos mayores con depresión.
Por otro lado, en Amavir un pilar primordial es la calidad de la vida de los residentes. Por ello, además de la atención individualizada tanto médica como psicológica del paciente, se fomenta la socialización, la alimentación saludable y la actividad física.
Esto se debe a que se ha demostrado que el envejecimiento activo en residencias de mayores ayuda al bienestar y en los centros de Amavir se adaptan los programas físicos y de refuerzo cognitivo en función de la persona y sus capacidades para que el tratamiento médico de la depresión se complemente con el cuidado físico y emocional.