El 11 de abril se conmemora el Día Mundial del Parkinson. Entre los objetivos de esta fecha está el reconocer a las personas afectadas, a sus cuidadores familiares y profesionales y al personal sanitario y sociosanitario, quienes dedican diariamente todo su tiempo y esfuerzo en mejorar la calidad de vida de los enfermos de Parkinson.
Otras finalidades de esta efeméride también son informar y concienciar a la población acerca de esta patología e impulsar la investigación y el diagnóstico precoz para un mejor conocimiento de esta enfermedad, que afecta a millones de personas.
Historia sobre la enfermedad del Parkinson
Es conocida comúnmente como enfermedad de Parkinson en referencia al neurólogo británico James Parkinson, que por primera vez describió esta patología en el año 1817 en su monografía “Un ensayo sobre la parálisis agitante” (An essay on the shaking palsy).
Su trabajo abarcó un gran número de especialidades científicas, como la paleontología, la botánica, la geología y la cirugía. Pero el trabajo con el que este científico logró cambiar el futuro de millones de personas en el mundo fue con la descripción y análisis de los síntomas de la dolencia conocida con posterioridad como “mal de Parkinson”, una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta al movimiento, caracterizada por temblores que van en aumento. Todas sus investigaciones fueron recopiladas en el mencionado ensayo.
Sin embargo, en su trabajo, James Parkinson ya reconocía no ser el primero en describir esta enfermedad. Uno de los datos más antiguos se encuentra en papiros egipcios y en sistemas de medicina tradicional de la India de los años 1200 y 1000 a.C., respectivamente. También se reconocía la existencia de una enfermedad caracterizada por temblores y escasos movimientos en tratados de medicina tradicional china de alrededor del 800 a.C., donde el temblor cefálico y de manos se atribuía al avance de la edad.
Tras un ‘parón’ de numerosos siglos sobre la información relativa a la enfermedad del Parkinson, las posteriores descripciones volvieron a emerger a partir del siglo XVII, con la investigación de doctores relevantes de la época como Nicolaes Tulp y Silvio de La Boe. Otras figuras, como Leonardo Da Vinci, Shakespeare o Rembrandt y médicos de la talla de Johanness Baptiste Sagar, Boissier de Sauvages, John Hunter y Chomel también refirieron temblores y otros trastornos motores en sus obras. Finalmente, en 1817 se publicó el ensayo de James Parkinson, que recoge por primera vez y de forma específica detalles de la enfermedad, extraídos de la observación de seis pacientes.
¿Qué es la enfermedad del Parkinson?
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las neuronas dopaminérgicas, encargadas de la transmisión de la dopamina, el neurotransmisor responsable del movimiento muscular y el control del sistema nervioso central.
Se caracteriza por causar daños neurológicos severos, generando alteraciones en el control y la coordinación de los movimientos corporales. Esta patología está determinada por la presencia de varios síntomas motores: rigidez muscular, lentitud, temblor de reposo e inestabilidad de la marcha. Sin embargo, no todos los pacientes tienen estos síntomas. Es destacable el dato que han proyectado diversas investigaciones: un tercio de los pacientes nunca llega a desarrollar temblor.
Asimismo, el Parkinson ocasiona otros múltiples síntomas no motores o no visibles como insomnio, alteración del ánimo, estreñimiento, disfagia, sudoración excesiva, alteraciones cognitivas, alucinaciones, pérdida del olfato o hiposmia y mareos, entre muchos otros.
En la actualidad se desconoce la causa principal de la enfermedad. Sin embargo, se considera que puede producirse por una combinación de factores genéticos, medioambientales y los derivados del envejecimiento del propio organismo.
Según la Federación Española del Parkinson, el 90% de los casos de esta dolencia surge de forma esporádica, es decir, no se deben a una alteración genética concreta. No obstante, se estima que entre el 15% y el 25% de las personas afectadas cuentan con al menos algún pariente que la ha desarrollado previamente. La misma entidad también indica que algunos estudios aluden como factores de riesgo el consumo continuado de agua de pozo a lo largo de varios años o haber estado expuesto a pesticidas y herbicidas.
Impacto del Parkinson en España
La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere que la enfermedad de Parkinson afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años. Asimismo, se estima que para el año 2030 (un futuro para nada lejano), habrá alrededor de 12 millones de pacientes con Parkinson.
Aunque no existen cifras exactas de personas afectadas de Parkinson en España, se estima que unos 160.000 españoles padecen la segunda enfermedad neurodegenerativa con mayor incidencia a nivel mundial, después del Alzheimer. De todos modos, se reitera que son datos estimativos porque más del 50% de las personas que han comenzado a tener síntomas están aun sin diagnosticar.
No obstante, la Sociedad Española de Neurología recuerda que no es una enfermedad exclusiva de personas mayores. Aproximadamente un 15% de los casos actualmente diagnosticados en España corresponden a menores de 50 años, conocido como Parkinson de inicio joven o temprano.
Además, entre el 30% y el 50% de las personas con Parkinson presenta depresión como un síntoma no motor de la patología. Así, el trastorno depresivo asociado al Parkinson se relaciona con la afectación de las neuronas de serotonina que controlan los circuitos cerebrales que regulan los estados de ánimo y las emociones.
Terapias y nuevos avances contra la enfermedad del Parkinson
La enfermedad evoluciona de forma diferente en cada persona, por lo que es recomendable que el tratamiento sea adaptado y personalizado a las necesidades de cada caso.
El tratamiento farmacológico se basa en la administración de medicación cuyo objetivo es restablecer el contenido de dopamina en el cerebro para mejorar los síntomas y la calidad de vida del paciente. Así, suelen prescribirse fármacos tales como precursores y agonistas de la dopamina, inhibidores de las enzimas que degradan la dopamina, anticolinérgicos (para reducir el temblor y la rigidez) y amantadina (se suele administrar en etapas tempranas), entre otros.
Por su parte, como terapias avanzadas se pueden relacionar un gel de levodopa/carbidopa para mantener los niveles de dopamina constantes. Este producto se administra de forma flexible con una bomba de infusión a través de una gastronomía percutánea, consistente en introducir una sonda dentro del estómago a través de un pequeño orificio en la pared abdominal. También se pueden emplear medicamentos agonistas dopaminérgicos, como la infusión continua subcutánea de apomorfina.
En la clasificación de tratamientos no farmacológicos, las terapias rehabilitadoras resultan fundamentales en el control de la enfermedad y pueden ser adaptadas a las necesidades de cada paciente. La fisioterapia, para mejorar la calidad de los movimientos, el control postural y la estabilidad; la logopedia, útil para el diagnóstico, la rehabilitación y la prevención de los trastornos en la comunicación; la terapia ocupacional, con actividades básicas e instrumentales de la vida diaria para mantener la autonomía de la persona; y la psicología para abordar aspectos emocionales, cognitivos y conductuales son ejemplos de terapias con notables efectos rehabilitadores de esta patología.
En conclusión, desde Amavir nos unimos al Día Mundial de Parkinson para concienciar de la prevalencia de esta enfermedad a nivel mundial, así como para visibilizar la importancia de un diagnóstico precoz y de un tratamiento personalizado, incidiendo en el aspecto emocional y psicológico de las personas que lo padecen y de sus familiares.