Ana de Castro Martín, enfermera de Amavir Cenicientos (Madrid), especialista en enfermería geriátrica
Me gustaría hablarles de un síndrome geriátrico tan importante como el inmovilismo cuando se da en su grado más alto, es decir, esa situación en la que quedan nuestros mayores cuando les pautan reposo, cuando han sufrido determinadas fracturas óseas o simplemente cuando su situación de enfermedad física o psíquica les aboca a permanecer encamados.
Hablar de una persona que sufre inmovilismo es hablar de una situación de riesgo y mucho más si esto se produce en la tercera o cuarta edad. De hecho, la sabiduría popular lo expresa de una manera muy simple cuando dice que “la cama come”.
Desde el punto de vista de los cuidados de enfermería, diremos que con el inmovilismo nos enfrentamos a los siguientes problemas, tanto más probables cuanto por mayor tiempo se prolongue la situación de encamamiento:
- Confusión: la ausencia de actividad diferenciada día/noche puede conducir a la confusión mental, desorientación, empeoramiento en la elaboración de la información y trastornos perceptivos. Hay que cuidar mucho el estado mental reorientando a la realidad, cuidando los órganos sensitivos y realizando manejo ambiental del nivel de ruido e iluminación.
- Ansiedad: la falta de movilidad, junto con la pérdida de autonomía, puede implicar un deterioro de autoestima, del autoconcepto, tristeza, ira o miedo relacionados con la frustración de encontrarse postrado y la pérdida de recursos con que hacer frente a los problemas cotidianos. Es necesario mejorar la comunicación, facilitar cauces de expresión y manejo emocional, tratar de que el mayor se siga sintiendo útil si era previamente muy activo, manejar la demencia si padece esta enfermedad, y cuidar el sueño nocturno.
- Limpieza ineficaz de la vía aérea: las secreciones bronquiales se expulsan con dificultad, hay mayor riesgo de complicaciones ventilatorias, hace falta fisioterapia respiratoria, buena hidratación para evitar que la mucosidad se espese, manejo de la tos para que sea eficaz, drenaje postural, precauciones para evitar broncoaspiración de saliva o alimento (mucho más en ancianos que sufren disfagia).
- Riesgo de desequilibrio nutricional por ingesta inferior a las necesidades: la postura en cama puede no ser idónea para la ingesta, el estado de ánimo puede disminuir el apetito y la ausencia de ejercicio no facilita una buena alimentación. Trataremos de realizar ajustes nutricionales con alimentos bien presentados, apetecibles, posturando de modo que el anciano pueda comer de forma autónoma si antes lo hacía y asistiendo la ingesta si es necesario.
- Estreñimiento: la materia fecal se mueve más lentamente por el intestino con el encamamiento, las deposiciones se espacian y son más duras y esta situación empeora si se padecen hemorroides o fisuras. Es necesario incrementar la fibra en la dieta, la ingesta hídrica y se pueden tomar infusiones laxantes.
- Síndrome de desuso: empeoramiento de la funcionalidad osteomuscular por pérdida de masa muscular (sarcopenia), contracturas, rigidez articular, incremento del riesgo de trombos, deterioro del autocuidado y dolor. Para tratar de compensar esta situación hay que instaurar un programa de movilizaciones activas y/o pasivas que fomenten los mecanismos corporales, faciliten el manejo de energía y mantengan funcionales las articulaciones y el equilibrio flexo-extensor. Deben aplicarse medidas de control del dolor para evitar el sufrimiento asociado al inmovilismo. También instauraremos mecanismos de prevención de caídas, pues bajará la capacidad de bipedestación autónoma en el caso de que el mayor se levante, y su capacidad de reacción ante un giro excesivo en cama.
- Incontinencia: la pérdida funcional hace que el acceso al baño se vea muy dificultado y es fácil que pueda aparecer incontinencia funcional, también facilitada por un peor tono de los esfínteres. Hay que procurar mantener el reflejo de micción y deposición colocando la cuña o la botella cuando la persona lo demande.
- Riesgo de lesiones cutáneas asociadas a dependencia: la aparición de enrojecimiento en prominencias óseas o ulceraciones por presión/fricción/humedad es frecuente en pacientes encamados. Para prevenirlas usaremos productos en forma de pomada, aceite o película protectora. Cuando sea preciso, colocaremos superficies especiales de manejo de presión (colchones, cojines, taloneras, protectores, etc.). Revisaremos la piel con frecuencia y la mantendremos limpia e hidratada. Será imprescindible hacer cambios de postura cada 2-3 horas para evitar presión prolongada sobre el mismo punto.
Como vemos, el inmovilismo es un síndrome geriátrico que precisa un abordaje multidimensional, con mucha dedicación y cuidado personalizado al mayor, tratando de que se alargue en el tiempo lo menos posible para evitar secuelas.
En nuestras residencias tratamos de retrasar/evitar lo más posible el encamamiento y lo atendemos de forma multidisciplinar y con planes de cuidados individualizados cuando alguna situación lo hace imprescindible.