Cuando los niveles de calcio en la sangre son demasiado bajos se produce lo que se denomina hipocalcemia. El calcio es una sustancia imprescindible en el organismo, responsable, entre otras funciones, de la contracción de los músculos, la transmisión de impulsos nerviosos, activación de sistemas de coagulación de la sangre y formación de huesos.
Esta patología es frecuente en adultos mayores y se identifica con la aparición de síntomas como sensación de adormecimiento en la boca o en las extremidades, dolor muscular que en ocasiones va acompañado de espasmos, problemas de sequedad en la piel, y problemas neuropsicológicos como desorientación o delirios y alucinaciones en los casos más graves.
La hipocalcemia suele aparecer cuando se pierde demasiado calcio en la orina o no existe suficiente cantidad circulando por el torrente sanguíneo hacia los huesos. Puede ser una consecuencia del hipoparatiroidismo, de una concentración baja de magnesio, de carencia de vitamina D, insuficiencia renal, ingesta inadecuada de calcio o pancreatitis. Los bajos niveles de calcio en sangre pueden ser consecuencia también de la ingesta de determinados medicamentos como la rifampicina, anticonvulsivos, bisfosfonatos, calcitonina, cloroquina, corticoesteroides y plicamicina.
Esta enfermedad aumenta el riesgo de sufrir fracturas óseas en los mayores, y puede diagnosticarse con un simple análisis de sangre rutinario. Si los niveles de calcio iónico son menores de 4.75 mg/dl o cuando en sangre los niveles son inferiores a 8.5 mg/dl.
Si un especialista diagnostica un descenso en los niveles de calcio es importante llevar a cabo un tratamiento que permita reponer los niveles mediante suplementos de calcio y vitamina D, acompañados por una estricta dieta. Si la hipocalcemia es muy grave, ya sea porque que se ha producido un descenso repentino o porque los niveles son muy bajos, puede ser necesario un tratamiento urgente por vía intravenosa, puesto que podría estar en riesgo la vida del enfermo.