Conoce los síntomas y tratamientos de la disfagia en ancianos. A través de éste artículo, aprenderás cómo manejar esta condición para mejorar su calidad de vida. ¡Comenzamos!
La disfagia se define como la dificultad que posee alguien para tragar, lo que hace que se altere o dificulte el proceso de la deglución que consiste en hacer pasar de la boca al estómago cualquier sustancia, sólida o líquida. Esto hace que la persona mayor se vuelva dependiente y no sea capaz de comer por sí misma.
Aunque la disfagia en ancianos no se considere una enfermedad, es un padecimiento que aparece a causa de otros problemas asociados como el párkinson, el Alzheimer, haber sufrido un ictus o una parálisis que provoque que la lengua, los músculos de la garganta y el esófago no funcionen de manera correcta. Además, se estima que entre el 40% y el 50% de los ancianos llegarán a sufrir disfagia orofaríngea (DO).
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¿Qué tipos de disfagia existen?
Teniendo en cuenta la fisiología de la deglución, se pueden distinguir dos tipos de disfagia: la orofaríngea y la esofágica. Por tanto, padecer una u otra, depende del área o fase de la deglución afectada.
Disfagia orofaríngea
En este caso, la alteración se localiza en la zona oral y faríngea (garganta), desarrollándose una dificultad para iniciar la deglución y que el bolo alimenticio vaya desde la boca hasta el esófago. Es decir, que desde el primer momento del proceso deglutorio se presentan complicaciones para permitir el paso de alimentos.
Disfagia esofágica
Quienes sufren este tipo de disfagia, son capaces de hacer pasar el alimento más allá de la faringe; sin embargo, presentan dificultades para transportarlo por el esófago. Por tanto, la alteración se localiza en el tránsito del bolo alimenticio por el esófago hasta llegar al estómago. En los casos más graves, pueden producirse vómitos de manera recurrente.
Disfagia en enfermedades neurodegenerativas
Muchos ancianos con enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, el Alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), presentan dificultades para deglutir alimentos adecuadamente.
Y es que algunas lesiones neurológicas pueden generar este tipo de patología, pues provocan problemas motores en la persona.
Disfagia y calidad de vida
La disfagia puede repercutir en la calidad de vida de quienes la padecen, ya que afecta a todos los aspectos del día a día y puede causar molestias, limitaciones en la alimentación y problemas de salud. A nivel psicológico, puede provocar una disminución de la autoestima de la persona, de su dignidad o seguridad.
Una de las principales consecuencias de la disfagia en los ancianos es la pérdida de peso y desnutrición. Debido a que tienen dificultades para tragar, pueden evitar ciertos alimentos o comer menos de lo necesario. Como resultado, pueden experimentar deficiencias nutricionales y debilidad física, lo que puede afectar su capacidad para realizar actividades diarias y reducir su calidad de vida.
El ámbito social es otra de las áreas que se ven perjudicadas por la disfagia, pues, a menudo, las comidas suponen una oportunidad de encuentro con familiares y amigos. Sin embargo, los ancianos que presentan esta dificultad pueden sentirse incómodos o avergonzados al comer en público, evitando salir a comer o asistir a eventos sociales.
Otras complicaciones derivadas de la disfagia en el anciano
- Problemas respiratorios (neumonía aspirativa).
- Malnutrición.
- Deshidratación, es fundamental saber cómo evitarla.
- Dependencia y aislamiento social.
Prevención de la disfagia
Existen una serie de recomendaciones y técnicas que ayudan a prevenir la disfagia y el atragantamiento en personas mayores, así como a reducir los síntomas.
Los ejercicios de elongación y estiramiento suponen una buena práctica para prevenir la disfagia, ya que mejoran la respiración y los movimientos realizados durante la deglución. Asimismo, la prevención de la disfagia también depende de tratar adecuadamente enfermedades que pueden provocar la aparición de esta condición. Otra forma de prevenir la disfagia consiste en evitar hábitos nocivos, como fumar o el consumo de alcohol.
Por otra parte, adaptar la forma de ingerir los alimentos y la dieta es clave para reducir las complicaciones o dolencias que provoca la disfagia.
Ejercicios y rehabilitación para prevenir la disfagia
Los ejercicios de rehabilitación son clave para el tratamiento de la disfagia. Su efectividad va a depender del modo en que se abordan otros posibles problemas de salud y del nivel de dificultad que presenta la persona para realizar el proceso de deglución.
- Ejercicios de fortalecimiento de los músculos de la deglución: En ocasiones, la disfagia puede estar relacionada con la debilidad en los músculos de la garganta y la boca. Por ello, es fundamental realizar ejercicios específicos para fortalecerlos. Algunos de ellos pueden ser: hinchar las mejillas y mantener el aire dentro durante unos segundos, fruncir los labios y mantenerlos así por unos segundos, hacer movimientos de gárgaras con agua, imitar besos y bostezos, pronunciar las letras M, P y B o realizar movimientos circulares con la lengua.
- Técnicas de respiración y relajación: La respiración y la relajación son fundamentales en la prevención de la disfagia. A veces, la ansiedad y el estrés pueden afectar a la deglución, por lo que es necesario aprender a controlar la respiración y a relajarse para que el proceso de tragar sea más fácil. Se pueden practicar ejercicios de respiración profunda y meditación para mejorar la calidad de la deglución.
Consejos generales para el cuidado de la disfagia en ancianos
Existen una serie de normas básicas que deben de aplicarse en función del grado de disfagia y que tanto el cuidador como la persona dependiente deberán atender, tales como:
Postura correcta a la hora de comer
La forma de comer es uno de los aspectos clave en el tratamiento nutricional de los pacientes con disfagia, así como para quien se encarga de darle los alimentos. Si la persona afectada se encuentra sentada, su espalda deberá estar recta y su cabeza inclinada hacia delante y, en el momento en el que se ingiera un alimento, la barbilla tendrá que estar lo más inclinada posible sobre el pecho, con el fin de proteger la vía respiratoria. Por su parte, quien da de comer deberá estar sentado a la altura o por debajo de los ojos de la persona dependiente, para evitar que éste se atragante al alzar la cabeza para comer.
Mantener una correcta higiene bucal
Esta es otra medida importante a abordar, dado que, de esta manera, se podrán evitar infecciones por el paso de alimentos contaminados a la vía respiratoria. Por ello, es muy importante cepillarse los dientes tras comer para evitar restos de comida.
Evitar hablar durante las comidas
Dar conversación o ir con prisas mientras se come podrá aumentar el riesgo de atragantamiento, por lo que será fundamental estar en un ambiente tranquilo y agradable y poder dedicarle el tiempo suficiente, sin llegar a emplear más de 30 minutos, con el objetivo de que la persona que está comiendo no se canse demasiado, ya que la fatiga muscular y el cansancio aumentan el riesgo de aspiración.
No acostarse tras comer
Tras acabar de comer, se recomienda que la persona en cuestión permanezca incorporada entre 30 y 60 minutos, con el fin de evitar el reflujo, que es el retroceso del alimento hacia la boca. Además, si la persona se va a dormir, el cabecero tendrá que estar levantado, como mínimo, a unos 45 grados.
Otros consejos a tener en cuenta
- No empezar la alimentación si la persona está adormilada o muy nerviosa.
- El paciente no debe hablar mientras come.
- Utilizar cucharillas pequeñas para comer, ya que los volúmenes pequeños son más fáciles de tragar.
- Los alimentos deben tener una consistencia suave y uniforme.
Conclusiones
Ser conscientes de las complicaciones que se derivan de la disfagia, realizar ejercicios para tratarla y mantener una dieta adecuada y adaptada son aspectos clave para poder abordarla correctamente y contribuir a que quienes la padecen puedan mantener una buena calidad de vida.
En las residencias de ancianos Amavir, somos conscientes de la atención que requiere esta patología y de la importancia de una detección temprana en estos casos, ya que un alto porcentaje de mayores que la padecen no están diagnosticados ni tratados.
Por ello, contamos con un equipo de profesionales cualificados para hacer frente a este problema de forma individualizada, mediante un correcto tratamiento nutricional pensado para evitar complicaciones asociadas a la disfagia, tales como la desnutrición, la deshidratación o las neumonías por aspiración, al incitar complicaciones respiratorias graves que pueden llegar a fomentar atragantamientos.