Las vacunas en la tercera edad reducen considerablemente el riesgo de mortalidad y el número de hospitalizaciones. El organismo se debilita a medida que cumplimos años y se vuelve más delicado y sensible por la decaída del sistema inmunológico. Gracias a la administración de estos medicamentos biológicos el cuerpo produce defensas que actúan protegiendo frente a futuros contactos con los agentes infecciosos, evitando la infección o la enfermedad.
Para la población adulta es recomendable vacunarse para intentar no contraer una serie de enfermedades:
- Gripe: La prevención y cuidados de la gripe en mayores es fundamental, puesto que incide sobre la aparición de otras patologías como la bronquitis, sinusitis o neumonía.
- Neumococo: La infección por neumococo provoca patologías como la meningitis, sepsis, sinusitis o neumonía. Es muy importante saber cómo prevenir y tratar la neumonía en mayores ya que su tasa de mortalidad ronda entre el 20 y el 40%.
- Herpes Zoster. El virus de la varicela permanece latente en el organismo y ante una disminución del sistema inmune puede reactivarse y provocar lo denominado como “culebrilla”. En algunos pacientes inmunodeprimidos, la infección puede derivar en un zóster diseminado cuando se ha extendido a otros órganos.
- Difteria, tétanos y tosferina. Aunque se trata de enfermedades que afectan cada vez a menos personas, se recomienda administrar una dosis de recuerdo a los 65 años para evitar que afecte a los mayores.
Aunque las vacunas son un método de administración de medicamentos totalmente seguro, es cierto que en ocasiones pueden producir reacciones adversas leves, principalmente enrojecimiento leve de la zona y dolor en el lugar del pinchazo, fiebre y dolores musculares.
Es recomendable revisar el calendario de vacunaciones de cada Comunidad Autónoma y consultar con el médico de familia cuáles son las más adecuadas para cada paciente.