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Hiporexia o pérdida de apetito en personas mayores: causas y soluciones

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pérdida de apetito en personas mayores

Hiporexia o pérdida de apetito en personas mayores: causas y soluciones

En este artículo, exploraremos a fondo las causas de la pérdida de apetito en personas mayores, sus posibles soluciones y estrategias prácticas para mejorar la ingesta alimentaria en esta población vulnerable. ¡Comenzamos!

¿Qué es la hiporexia o falta de apetito en adultos mayores?

La hiporexia es el término médico empleado para referirse a la pérdida de apetito en personas mayores. Este problema puede desencadenar consecuencias graves, como la malnutrición, debilidad muscular, alteraciones inmunológicas y, en casos extremos, poner en riesgo la vida.

H3. Tipos de pérdida de apetito

Aunque no existe una clasificación médica oficial para la hiporexia, se puede agrupar según su causa u origen. De este modo, podemos diferenciar entre:

  • Hiporexia de origen patológico. Relacionada con condiciones médicas como cáncer, insuficiencia renal, enfermedades hepáticas, infecciones graves, entre otras, o por efectos secundarios de medicamentos.
  • Hiporexia psicológica. Vinculada a depresión, ansiedad o trastornos alimentarios.
  • Hiporexia senil. Asociada al envejecimiento.
  • Hiporexia transitoria o situacional. Relacionada con estrés, fiebre o cambios en el entorno.

¿Por qué pierden el apetito las personas mayores?

Como se observa en la clasificación anterior, la hiporexia responde a diferentes factores y orígenes. Las principales causas detrás de la pérdida de apetito en personas mayores se dividen en factores fisiológicos, psicológicos, sociales y médicos. A continuación, las abordamos detalladamente:

Causas médicas

  • Enfermedades crónicas: Patologías como diabetes, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal o enfermedades neurodegenerativas influyen negativamente en el apetito.
  • Efectos secundarios de medicamentos: Medicamentos como los analgésicos, los antidepresivos y los tratamientos para enfermedades crónicas pueden causar náuseas o reducir el apetito.

Causas psicológicas y emocionales

  • Depresión y ansiedad: La soledad, el duelo o el estrés pueden afectar profundamente el apetito.
  • Aislamiento social: Comer solo reduce el disfrute de las comidas y, a menudo, hace que las personas mayores coman menos.

Causas sociales

  • Rutinas monótonas: Una dieta repetitiva o poco atractiva reduce la motivación para comer.
  • Factores económicos: En algunos casos, los recursos limitados impiden el acceso a alimentos frescos y variados.

Causas fisiológicas

  • Cambios en el sistema digestivo: Con la edad, el metabolismo se ralentiza, la producción de enzimas digestivas disminuye y el vaciado gástrico se vuelve más lento. Esto puede causar una sensación prolongada de saciedad y menor deseo de comer.
  • Reducción del gusto y olfato: La capacidad de percibir sabores y olores se deteriora con la edad, haciendo que la comida pierda atractivo.
  • Problemas dentales y disfagia: Dientes en mal estado, prótesis mal ajustadas o dificultades para tragar alimentos (disfagia en personas mayores) hacen que comer sea una experiencia incómoda o dolorosa.
  • Alteraciones hormonales: Cambios en las hormonas reguladoras del hambre (grelina) y la saciedad (leptina) disminuyen las señales de hambre.

Consecuencias de la pérdida de apetito en personas mayores

Cuidar la alimentación en personas mayores es de vital importancia, pues una mala dieta y la falta de nutrientes pueden desencadenar diferentes efectos adversos en la salud física y mental.

Consecuencias físicas

  • Malnutrición: Carencias en vitaminas y minerales esenciales como el calcio, el hierro y la vitamina D.
  • Debilidad muscular: La falta de proteínas provoca pérdida de masa muscular (sarcopenia), aumentando el riesgo de caídas.
  • Inmunosupresión: Un sistema inmunológico debilitado hace a las personas mayores más susceptibles a infecciones.
  • Deshidratación: La falta de interés en los alimentos también puede incluir una ingesta insuficiente de líquidos.
  • Impacto en enfermedades crónicas: La desnutrición agrava enfermedades preexistentes y puede dificultar su tratamiento.

Consecuencias emocionales y psicológicas

La pérdida de apetito no solo afecta a la salud física, también puede incidir en el bienestar emocional y la calidad de vida. Esto se debe a que la falta de comida y nutrientes afecta el equilibrio de neurotransmisores en el cerebro, lo que puede llevar a trastornos como la depresión y la ansiedad. Por otra parte, dado que comer es una actividad habitualmente compartida, la pérdida de apetito puede generar un sentimiento de aislamiento social, ya que la persona tiende a evitar estos encuentros sociales.

Además, el estrés emocional relacionado con la pérdida de apetito, sumado a la preocupación por las posibles repercusiones para la salud, puede generar un ciclo negativo que afecta la calidad de vida. Los desequilibrios nutricionales también pueden alterar los ritmos circadianos, lo que influye en el sueño y provoca irritabilidad y fatiga. Por todo esto, es fundamental abordar la hiporexia no solo desde el punto de vista médico, sino también con apoyo psicológico, para tratar sus efectos emocionales y garantizar una recuperación integral.

Estrategias efectivas para estimular el apetito en personas mayores

Cambios en la dieta para aumentar el apetito

Realizar ajustes en la dieta para adaptarla a las necesidades y preferencias del anciano contribuye a estimular el apetito. Además, es importante mantener una alimentación equilibrada para evitar la falta de nutrientes esenciales. Descubre más sobre la importancia de una dieta saludable en nuestro blog.

Estos son algunos de los cambios que se pueden adoptar:

  1. Adaptar los alimentos a las necesidades individuales:
  • Texturas: Incorporar alimentos blandos o triturados para personas con problemas dentales.
  • Sabores: Utilizar especias como el orégano, la canela o el jengibre para realzar el sabor de los alimentos.
  • Pequeñas porciones: Fraccionar las comidas en 5-6 tomas diarias para evitar la saciedad precoz.
  1. Incrementar el valor nutricional:
  • Platos densos en nutrientes: Agregar leche en polvo, mantequilla de maní, frutos secos molidos o huevo a los platos.
  • Batidos y cremas: Preparar batidos con frutas, yogur y proteínas para facilitar la ingesta de nutrientes.
  • Sustitución de líquidos vacíos: Reemplazar bebidas como té o café por batidos enriquecidos con leche o preparados nutricionales.
  1. Limitar la cantidad de líquido durante las comidas

Ejercicios para estimular el apetito

  1. Ejercicio físico moderado. Realizar ejercicio físico con moderación estimula el apetito, ya que el organismo precisa de un mayor consumo de energía. Actividades como caminar, nadar, hacer yoga o ejercicios ligeros de resistencia pueden ayudar a aumentar el deseo de comer sin ser demasiado extenuantes.
  2. Estimulación sensorial. Comer es una tarea en la que intervienen diferentes procesos sensoriales y motores. Sin embargo, si el anciano presenta dificultades en el procesamiento sensorial, las comidas pueden resultar menos atractivas, lo que disminuye el apetito.

Por esta razón, conviene realizar ejercicios que estimulen la percepción sensorial y hagan que la experiencia de comer sea más placentera:

  • Estimulación olfativa: Usar aromas agradables de hierbas, especias o aceites esenciales.
  • Estimulación visual: Presentar los alimentos de forma atractiva y colorida.
  • Estimulación táctil: Ofrecer alimentos con texturas agradables y usar utensilios cómodos.
  • Estimulación auditiva: Crear un ambiente tranquilo con música suave o sonidos relajantes.
  1. Técnicas de relajación. El estrés puede suprimir el apetito, por lo que practicar técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda o el yoga puede ayudar a reducir los niveles de ansiedad y estrés, favoreciendo una mejor digestión y el deseo de comer.

Consejos prácticos para mejorar la experiencia de la comida

Mejorar la experiencia de la comida ayuda a estimular el apetito. Para lograrlo, es conveniente:

  • Ambiente agradable: Comer en compañía o en un entorno atractivo mejora la disposición para comer.
  • Presentación visual: Decorar los platos con colores vivos y variaciones en las texturas puede despertar el interés.
  • Horarios regulares: Establecer horarios para las comidas crea una rutina que facilita la ingesta.

Cómo influye la pérdida de apetito en el organismo

Aunque la pérdida de apetito de manera puntual no implica consecuencias directas, si el cuerpo no recibe los nutrientes esenciales durante un tiempo prolongado (proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales), puede haber deficiencias que afectan el funcionamiento general del organismo:

Si la pérdida de apetito se prolonga en el tiempo, las defensas bajan y el sistema inmunológico se debilita, aumentando la vulnerabilidad a enfermedades (gripes, resfriados…) e infecciones. Del mismo modo, también es posible que el tiempo de recuperación se prolongue.

Los cambios hormonales son otro de los efectos que este estado puede provocar en el organismo, ya que la falta de nutrientes afecta a la producción de hormonas como la leptina y la grelina (reguladoras del hambre), así como las hormonas tiroideas y sexuales, lo que puede causar desajustes metabólicos.

Por otra parte, el déficit calórico ocasionado por la falta de apetito está asociado a una pérdida de peso en personas mayores que, en ocasiones, implica una disminución de la masa muscular, debilidad ósea y fragilidad.

Principales enfermedades que producen la pérdida de apetito

Algunas enfermedades que pueden provocar la pérdida de apetito incluyen distintos tipos de cáncer, como el cáncer de colon, de ovario, de estómago o de páncreas.

Además, otras afecciones también pueden influir en la disminución del hambre, entre ellas:

  • Patologías hepáticas crónicas, como la hepatitis.
  • Trastornos renales, como la insuficiencia renal crónica.
  • Enfermedades pulmonares, como la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).
  • Alteraciones neurológicas, como la demencia.
  • Problemas cardíacos, como la insuficiencia cardíaca.
  • Infecciones graves y enfermedades virales, como el VIH.
  • Desequilibrios hormonales, como el hipotiroidismo, que ralentiza el metabolismo y afecta la regulación del apetito.

En definitiva, la pérdida de apetito en personas mayores puede provocar diferentes problemas a nivel físico y mental, por lo que es conveniente entender sus causas, prestar atención a los signos de alerta y adoptar las estrategias adecuadas para revertir la situación. En las residencias de ancianos Amavir, velamos por la salud y bienestar de nuestros usuarios. Por ello, nuestro equipo de profesionales trata de fomentar hábitos saludables y crear un entorno agradable con el fin de mejorar su salud y que puedan disfrutar de las comidas.

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