Cada vez son más frecuentes los problemas de visión en adultos mayores. Sus repercusiones pueden llegar a ser muy relevantes para la calidad de vida durante la tercera edad. Así, en la última década las administraciones públicas y los estudios científicos han señalado que aproximadamente el 80 % de las personas mayores de 60 años sufre problemas de vista. Sin embargo, un escaso porcentaje de dicha población es consciente de su dificultad y de la ayuda que necesita.
Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y la Fundación Salud Visual, los problemas de visión tienen un efecto integral en la ciudadanía: además de los riesgos de accidentes y caídas, conllevan una pérdida en la capacidad de comunicación y en las relaciones afectivas y sociales de la población. De este modo y según destacan ambas instituciones, estas dificultades pueden provocar aislamiento y cuadros depresivos y de ansiedad.
Los problemas de visión en adultos mayores
La tendencia de los últimos años en la sociedad española es que la pérdida de visión aumenta progresivamente con el envejecimiento, siendo mayor en las personas ancianas que en los jóvenes.
Algunos estudios llevados a cabo en residencias de mayores señalan que los residentes con baja visión son dependientes en actividades rutinarias como trasladarse de un lugar a otro o en el aseo personal. Otros estudios ponen de manifiesto que las áreas más afectadas por el déficit visual son la lectura, la movilidad fuera del hogar, las actividades de ocio y el salir de compras.
Asimismo, los profesionales del sector aluden a que las causas más comunes en la pérdida de visión en ancianos son: la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la catarata, el glaucoma y la retinopatía diabética.
Presbicia o vista cansada
La presbicia o vista cansada es un defecto refractivo debido a la pérdida de elasticidad del cristalino. Una disminución de su capacidad de acomodación que provoca dificultades para ver de cerca con nitidez.
Al volverse el cristalino menos elástico, las personas que padecen presbicia o vista cansada intentan enfocar los objetos separándolos de su cara, hasta conseguir ver suficientemente los detalles. Así ocurre, por ejemplo, con la lectura, la costura y los trabajos de gran precisión.
Cataratas
La catarata es la primera causa de la pérdida de visión en las personas mayores de 60 años y, en la mayoría de las ocasiones, susceptible de ser tratada con éxito.
La frecuencia de esta afección se incrementa en gran medida por la edad, y posee diversos factores de riesgo como el sexo (femenino), el tabaquismo, el uso continuado de corticoides, la diabetes o malnutrición, entre otros.
La catarata se define por la opacidad en el cristalino del ojo. Dicha opacidad, al restringir el paso de la luz a través del cristalino, dificulta la visión. En las personas mayores, la aparición de cataratas se caracteriza por una disminución de la visión, lenta y progresivamente.
Si las opacidades se sitúan en la periferia, no se producen apenas síntomas; pero si están ubicadas en la parte central del cristalino, dan lugar a deslumbramiento, borrosidad, distorsión de la visión y a veces visión doble.
El tratamiento para las cataratas pasa por una cirugía específica y los resultados en la población adulta suelen ser satisfactorios.
Glaucoma
A partir de los 70 años, la prevalencia de glaucoma aumenta del 2,3 % en personas de entre 60-69 años al 3,5 %. El glaucoma constituye un grupo de enfermedades de los ojos que pueden causar pérdida de visión y ceguera al dañar el nervio óptico, ubicado en la parte trasera del ojo. Este nervio es el encargado de enviar al cerebro las imágenes que vemos. La única forma de detectar el glaucoma es realizando un examen completo de los ojos con dilatación de las pupilas.
Existen cuatro tipos principales de glaucoma:
- Glaucoma de ángulo abierto. Es el tipo más común de esta afección. Se llama así porque el ángulo de drenaje que forman el iris y la córnea se queda abierto. El riesgo de padecer este tipo de glaucoma tiene un alto componente genético o hereditario.
- Glaucoma de ángulo cerrado o de cierre angular. Provocado por una elevación rápida e intensa de la presión dentro del ojo. El iris se abulta considerablemente y este abultamiento bloquea el ángulo iridocorneal de manera parcial o total. Por ello, el líquido no puede circular en el ojo y ocasiona un aumento de la presión. Este tipo de glaucoma puede presentarse de forma progresiva o de repente.
- Glaucoma congénito. Se produce en bebés, al nacer, cuando el ojo no se desarrolla correctamente. Suele aparecer como consecuencia hereditaria.
- Glaucoma secundario. El glaucoma de ángulo cerrado y el de ángulo abierto pueden ser secundarios, cuando son causados por un factor conocido, como pueden ser los corticosteroides, otras enfermedades oculares, diabetes o lesiones oculares.
Retinopatía diabética
Una de las muchas complicaciones de la diabetes (aumento de la glucosa en sangre) puede ser la retinopatía diabética. Esta enfermedad puede manifestarse de varias formas, pero lo más común es que aparezcan escotomas en el campo visual o “manchas” producidas por la presencia de hemorragias en la retina. A pesar de estas lesiones, el paciente puede no notar nada. Para la detección de la retinopatía también es aconsejable someterse a un reconocimiento médico periódico.
Degeneración macular asociada a la edad
Otro de los problemas más comunes de visión en personas mayores. Se trata de un trastorno ocular que destruye lenta y gradualmente la visión central y aguda, dificultando la visualización de detalles en las imágenes. La visión central es aquella que nos permite ver con claridad y hacer tareas diarias como leer y conducir.
Esta patología multifactorial se caracteriza por la aparición de una o varias alteraciones progresivas que afectan a la retina en la zona denominada mácula, de ahí su acepción. La mácula es la zona de la retina donde existe mayor capacidad de discriminación visual, la que permite obtener imágenes con mayor nitidez y tener visión en detalle.
Desprendimiento de retina
El desprendimiento de retina consiste en la separación de la membrana sensible a la luz (esto es, la retina) en la parte posterior del ojo de sus capas de soporte. El tipo más común se debe a un desgarro o perforación de la retina, que a su vez puede ser causado por un traumatismo o por una miopía muy grave. Los antecedentes familiares también incrementan el riesgo de padecer dicho desprendimiento.
Los síntomas más frecuentes suelen incluir:
- Destellos de luz brillante, especialmente en la visión periférica.
- Visión borrosa.
- Moscas volantes en el ojo, que aparecen repentinamente.
- Sombras o visión periférica disminuida, similar a una cortina o sombra que cae sobre su campo de visión.
Enfermedades oculares en la tercera edad y Amavir
Las residencias para personas mayores cuentan con personal debidamente cualificado para tratar de mejorar la calidad de vida de los adultos y favorecer un bienestar integral en su día a día.
Así, desde Amavir trabajamos diariamente para garantizar una correcta atención asistencial de nuestros residentes que permita, entre otras cuestiones, diagnosticar a tiempo cualquier déficit de visión que puedan sufrir al resultar la prevención un aspecto fundamental en el cuidado del mayor.
Las intervenciones de rehabilitación de la baja visión, como algunas terapias psicológicas y métodos para mejorar la visión, pueden mejorar la calidad de vida en personas con pérdida o deficiencia visual. También son beneficiosos otros métodos como la enseñanza en el uso de dispositivos de aumento u otras tecnologías o de técnicas de mejora en el uso de la visión residual del usuario.
Las residencias también pueden incluir en sus intervenciones programas de rehabilitación multidisciplinar, servicios de atención directa al residente y proyectos de seguridad para quienes padezcan problemas graves de visión.
En conclusiones, las alteraciones visuales pueden afectar no solo a su capacidad de ver con nitidez determinados objetos o situaciones, sino también en gran medida a la autonomía del individuo para sus actividades básicas. Resultan imprescindibles los sistemas de detección precoz y la revisión periódica de los adultos mayores y de su capacidad de visión, pues a pesar de la alta frecuencia de las cataratas, su avance y el del resto de afecciones puede frenarse considerablemente si se cuenta con profesional cualificado y con los recursos suficientes.