Sentirse como en casa es sinónimo de comodidad, felicidad y, sobre todo, bienestar. También para las personas mayores dependientes que presentan dificultades para vivir solas. En estos casos, recurrir al ingreso en una residencia suele ser la opción más apropiada, dado que van a estar arropadas por un equipo de profesionales que les van a dedicar una atención completa.

En estos centros, las unidades de convivencia para personas mayores ofrecen un modelo asistencial de calidad que pone en el centro a las personas y favorece su autonomía.

¿Qué son las unidades de convivencia en residencias de mayores?

Una unidad de convivencia es una modalidad de atención a las personas mayores que se ofrece en residencias y centros de día y que pretende romper con la frialdad de la forma tradicional de cuidado, acercándose a la cálida sensación de hogar.

Se trata de un espacio aislado, pero abierto, en el que se busca fortalecer las relaciones sociales mediante grupos reducidos y flexibles en los que la personalización de la atención profesional es el pilar central.

Este modelo, que nace en el norte de Europa, persigue que los cuidados y el día a día del paciente se ajuste a sus necesidades personales, sus gustos, su autonomía, a la socialización y al calor de su grupo, pero también de sus familiares con los que se pueden organizar visitas y diferentes actividades relajadas.

El objetivo es dar la atención sanitaria especializada necesaria, pero desde la óptica de la independencia, para que, en su nuevo núcleo familiar del centro, el anciano gane en calidad de vida.

Transición y adaptación de los mayores a las unidades de convivencia

Servicios comunes y claves de las unidades de convivencia

Hay distintos tipos de unidades de convivencia. Para adentrarnos un poco más, podemos establecer ciertas diferencias entre unidad de convivencia y unidad familiar.

• La unidad familiar hace referencia a las personas que forman parte de una familia.
• La unidad de convivencia está integrada por miembros o no de un mismo núcleo familiar que habitan en el mismo domicilio y comparten espacios.

Así pues, en las unidades de convivencia para personas mayores, los pacientes generan comunidad y cohabitan, y pueden tener visitas y organizar planes o actividades con sus familiares.

En las residencias y centros de día, las unidades de convivencia se dividen en grupos según el grado de dependencia o enfermedad de los ancianos. Cada unidad cuenta con un equipo de profesionales especializados por áreas que garantizan una cobertura completa tanto física como mental.

Y es que la asistencia a los más longevos ha ido actualizándose con el paso de los años. En la actualidad, más del 20 % de los españoles son mayores de 65 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto se traduce en que cerca de un tercio de la población es de la tercera edad y, por ello, desarrollar servicios de calidad y personalizados que garanticen el bienestar de las personas de edad avanzada es fundamental.

Algunos de los servicios comunes de las unidades de convivencia van más allá de la atención y cuidados, que se incluyen de una forma mejorada e integral. La clave es que la sensación de comodidad, confianza y de autonomía e intimidad no se pierda.

Los básicos al gusto: habitación, aseo, cocina y comedor

En las unidades de convivencia, normalmente, las personas mayores tienen la libertad de decorar su espacio privado, como es el dormitorio, a su total gusto (con fotos, cuadros…) y, por supuesto, tienen derecho a disfrutar de su intimidad y privacidad.

Además, el equipo conoce la historia de cada uno de los residentes y tienen en cuenta las preferencias, aficiones, hábitos e intereses, con el fin de garantizar su comodidad absoluta, desde la decoración y el mobiliario, hasta su día a día y sus rutinas.

El contacto solar es clave: buena iluminación y terraza

Es importante que estos espacios estén bien iluminados y para ello, la luz solar es clave en las zonas comunes. Hay amplias ventanas que hacen agradables las estancias en el interior, y también, terrazas o jardines en los que los residentes pueden dar paseos, charlar y disfrutar de actividades al aire libre.

Un poco de autocuidado: gimnasio, peluquería o cine

En línea con la salud, la actividad física en personas mayores no puede faltar. En las instalaciones suele haber gimnasios y salas polivalentes adaptadas donde los mayores pueden realizar sus ejercicios diarios bajo la supervisión de especialistas.

Además, para preservar la libertad de poder acceder a básicos de autocuidado y rutinas frecuentes de la vida cotidiana, entre otros servicios, suele haber peluquería, podología, biblioteca para cultivar la mente o incluso capilla, para disfrutar la espiritualidad. También se pueden hacer planes de ocio alternativos, como disfrutar de una buena película, ver la televisión en el comedor o tomar algo en la cafetería con los miembros de la unidad o con la familia.

El papel de las familias en la unidad de convivencia en residencias

Para las personas de la tercera edad, tener el cariño y apoyo de los miembros de su familia es esencial. Dentro de la flexibilidad que permiten las unidades de convivencia en residencias, también se pueden agendar visitas y actividades en familia en las instalaciones para continuar cuidando la salud mental de los ancianos.

Esta opción proporciona cuantiosos beneficios para los residentes y, al mismo tiempo, es un bálsamo para el entorno familiar que garantiza que sus allegados encuentren un espacio de gran calidad con los mejores profesionales.

Beneficios de las unidades de convivencia en residencias para mayores

Todos estos servicios se complementan con las claves de la supervisión especializada de profesionales, los que dan más calidez a la unidad y que permiten a los residentes gozar de una serie de beneficios, como:

• Conocimiento profundo del residente. La persona que vive en una unidad de convivencia no es un residente más, ya que tanto el equipo de profesionales, como los miembros de su grupo, le conocen en profundidad. Esto deriva en que el anciano se sienta comprendido, arropado y cómodo con su día a día.

Además, el modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP) que siguen los especialistas da cobertura a todas las necesidades del residente, desde aspectos de salud física como aspectos de salud mental, ya que la importancia de las emociones en la edad adulta es vital.

• Socialización y cambio ligero. Las unidades de convivencia para personas mayores potencian las relaciones entre sus miembros y garantizan vínculos fructíferos que crecen con el tiempo. Los especialistas buscan mejorar las relaciones interpersonales de cada uno de los ancianos y hacen que la entrada y la estancia en la unidad no sea un cambio brusco, sino que pueda sentirse como un verdadero hogar. De hecho, gracias a los demás residentes que conviven en el mismo domicilio y al cariño de los profesionales, suele ser un cambio muy ligero y progresivo.
• Autonomía y flexibilidad. El equipo de profesionales apoya a los ancianos para que desarrollen su autonomía dentro de los espacios. Es decir, apuestan porque se sientan capaces de valerse por sí mismos mediante un gran abanico de actividades de todo tipo, teniendo la libertad y la flexibilidad de tomar decisiones. Como si estuvieran en casa, ellos mismos son los que fijan sus horarios y las actividades que quieren o no llevar a cabo y con quién.
• Bienestar doméstico y vida digna. Todo ello, hace que la vida en la residencia se asemeje a un pequeño barrio en el que el anciano tiene su hogar. Desde sus espacios personales, como su habitación, disfruta sus derechos y privacidad y, en los comunes, toma decisiones, se rodea de sus amistades y seres queridos, poniendo en práctica sus hobbies.

En definitiva, en la unidad de convivencia, los mayores pueden continuar desarrollándose personalmente en un entorno cálido y llevar una vida digna en la que se sientan felices. En las residencias de ancianos Amavir, ponemos a disposición de nuestros residentes y sus familias todo lo que está en nuestras manos para hacer de nuestros centros, su nuevo hogar.