Durante el otoño, muchas personas sienten menos energía y cierta tristeza, con síntomas similares a la depresión. Hay que tener en cuenta que la reincorporación a la rutina después de las vacaciones o, en el caso de las personas mayores, el descenso de las temperaturas y, sobre todo, la reducción de las horas de luz, son responsables de la sensación de tristeza que embarga a algunas personas con la llegada del otoño, más aún si viven solas. Hay quien resulta más sensible a estos cambios y padece síntomas depresivos, irritabilidad y una mayor necesidad de consumir dulces. Es el denominado Trastorno Afectivo Estacional, una entidad todavía poco conocida y escasamente diagnosticada.
Se considera que cerca de un 5% de la población padece Trastorno Afectivo Estacional, más conocido por sus siglas inglesas como SAD (Seasonal Affective Disorder). Las mujeres son más propensas que los hombres a padecerlo, así como las personas que viven en países con menos horas de luz solar. Los síntomas son similares a los de la depresión, aunque se desarrollan de forma más leve. Son habituales los cambios en el estado de ánimo, con cierta tristeza, irritabilidad y falta de interés por las actividades habituales. El afectado siente que tiene menos energía y capacidad de concentración, sobre todo por las tardes, así como un mayor deseo por consumir alimentos dulces, como el chocolate, con el consiguiente aumento de peso.
Entre melancolía y depresión
Los síntomas depresivos son a menudo leves o moderados, aunque en pacientes con problemas depresivos previos pueden ser más importantes. No todas las personas con esta afección experimentan todos los síntomas. Es posible que el nivel de energía sea normal, pero el deseo exagerado de dulces sea intenso.
Se cree que esta variación está relacionada con una alteración del ritmo circadiano que provoca cambios en el hipotálamo y la secreción de melatonina, hormona que participa en una gran variedad de procesos, como el ritmo de sueño-vigilia y los estados de ánimo. Una de las características más relevantes de la melatonina es su variabilidad a lo largo del ciclo de 24 horas, así como su respuesta a cambios en la iluminación ambiental, de forma que se produce en mayor proporción en la oscuridad y, por tanto, se incrementa cuando los días son más cortos y con menos luz. Estos niveles mayores de melatonina provocan somnolencia diurna y apatía.
Luz para combatir los síntomas depresivos
Al considerarse que la reducción en las horas de luz es el factor determinante de la afección, se ha teorizado que una terapia lumínica podría ser efectiva para combatirlo. En los meses de otoño e invierno, la reducción del estímulo lumínico es drástica, ya que una habitación normal está iluminada con entre 150 y 200 luxes, mientras que el sol intenso de verano es de 100.000 luxes. De esta manera, en opinión de los expertos, un aporte suplementario de luz podría tener un efecto preventivo o terapéutico.
No obstante, una serie de medidas pueden ayudar a evitar el trastorno afectivo estacional o a su recuperación: disminuir el consumo de cafeína y alcohol, así como las comidas copiosas, para mejorar el descanso nocturno. Además, conviene procurar dormir durante las horas de oscuridad y evitar las luces intensas durante la noche. Por otro lado, se recomienda aprovechar al máximo las horas de luz natural para realizar actividades al aire libre.